Normalmente se ha vuelto muy frecuente el hecho de que cuando vamos a comprar, a la hora de mirar los precios, todos, o al menos la gran mayoría acaban en 9 o 99. La cuestión es si esto es casualidad o intencionado, normalmente esto es intencionado, y tiene su por qué, como toda estrategia de marketing para conseguir más ventas.
Uno de los hechos principales de la fijación de este tipo de precios es el atractivo y la acción de la compra que induce en la mente del consumidor que por ejemplo un precio de 30 euros se fije como 28.99 o 29.90, pues resulta más atractivo con un 9 que un precio cerrado, de manera que se produce la compra del producto cuando este aparece con el 9 respecto a la otra forma.
Unido a este primer factor, destacamos que cuando leemos los precios lo hacemos de derecha a izquierda, por lo que al leerlo, si acompaña a la cifra un nueve estaremos leyendo una cifra de 3 decenas respecto al otro de dos decenas, pues lo que nuestro instinto a la hora de realizar la compra se decantará antes por el precio de tres decenas.
A esto influye en que la mente del consumidor tiende a despreciar los precios cerrados, y qué además, cuando un precio acaba en 9 o 99 la sensación que aporta es que se trata de un precio más barato, la diferencia para el consumidor entre fijar un precio u otro puede ser de unos céntimos, pero para el vendedor la diferencia se trata de vender el producto o no.
Para comprobar si esto era una estrategia o no se hizo un experimento en Estados Unidos donde se pidió a varios vendedores que aumentaran los precios de sus productos aumentando en el primer caso de 20 a 30 dólares y en el segundo caso de 24 a 29 dólares, de manera que el primer caso no obtuvo éxito, siendo el segundo el que generó más ventas.
Nos cegamos por los precios terminados en 9 o 99 creyéndonos que no estamos ahorrando una gran cantidad de dinero cuando en realidad solo nos ahorramos unos céntimos.